Enérgico, puro, vital. El grupo estadounidense de metal dio un show impactante ante miles de sus fans, cerrando la última fecha del Personal Fest.

Por Jorge Coronel y Kike Sosa

Los jóvenes de una década atrás estaban allí, prestos para ver a sus ídolos de otros años. Los jóvenes de la actualidad también, para descubrir de lo que le han hablado y lo que han ido escuchando también a través del legado de la banda. Era la noche de Korn, que -junto a la “superbanda” de figuras King of Chaos– era la figura más fuerte del cartel.

La tercera y última fecha del Personal Fest concentró lo más destacado del metal y el rock nacional, junto con una emocionante y enérgica actuación del grupo argentino Catupecu Machu, en una jornada maratónica de diez horas en las que las demostraciones de euforia propias de un show de esa índole abundaron.

Pero aún teniendo en cuenta el muy alto nivel de los artistas que vinieron antes, las miles de personas que colmaron el Jockey Club el sábado fueron por una razón principal: Korn. En el espacio de tiempo que siguió al show de Flou, el último grupo antes de Korn, se podía percibir una expectativa que crecía hasta la impaciencia, con fans pidiendo a gritos por sus ídolos.

Hacia las 22:40, un grupo de fans seleccionado por la organización apareció detrás de unas rejas ubicadas detrás del escenario, como una jaula detrás de donde iban a estar los artistas. Minutos después, la lumínica señalizó el inminente inicio del show con grabaciones televisivas y sonidos de estática como fondo.

Entonces apareció el baterista Ray Luzier para hacer el preámbulo rítmico del inicio del espectáculo, hasta que finalmente sus compañeros: el vocalista Jonathan Davis, los guitarristas Brian Welch y James “Munky” Shaffer, y el bajista Reginald Arvizu hicieron su aparición.

“¿Están listos?”, profirió Davis con una voz gutural y con una explosión de sonido comenzó el primer tema de la noche, “Blind”, uno de los grandes éxitos del grupo cuya onda expansiva hizo saltar al público y creó exacerbados “pogos” mientras la gente cantaba a todo pulmón. Esa intensidad del espectáculo se mantuvo con“Twist”; esa energía que parecía contenida se liberó como si una represa hubiera cedido.

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