SAN BERNARDINO. Volvió a resurgir, y de la mejor manera. El Anfiteatro José Asunción Flores brilló con artistas locales e internacionales con el Festival ReciclArte. Las sensaciones de un evento para el recuerdo.

Por Jorge Coronel

«Yo creo que después de esto puedo empezar a colgar los botines», dice un Patrick Altamirano estupefacto. Pocos minutos atrás terminaba de tocar con Revolberpara más de 15.000 personas en su primer concierto en el Anfiteatro.

Poco después, el cantante de Salamandra se deshacía en pedazos evocando sus memorias y una entrañable gente querida. «Estoy seguro que estuvo viendo mi madre, mi abuela, que son personas demasiado importantes para siempre y por siempre en mi vida. Sentí la energía hasta de ellas en este lugar. La energía de la gente… ¡hija de mil!», decía después del show -casi entre lágrimas- un Javier Zacher iluminado con la sonrisa de sus fans.

Además de las canciones de rutina, Salamandra sorprendía con la participación de Sergio ‘Banana’ Pereira para el clásico de La SecretaJodete, y Pekos Sandoval en Disomnilan.

Pero la mágica atmósfera de aquel sitio tantos años obligado al silencio va más allá de la nostalgia. Se completa con la estratégica distribución diseñada para el espectador. «Lo que tiene es que el público está muy bien distribuido» -dice el frontman de Revolber-. «El público tiene la suerte de que esté donde esté puede ver el show muy bien; y para el músico es un deleite poder ver todas las caras «.

De eso también se trata la magia del José Asunción Flores. Todas las miradas, toda la energía, todos los pogos y la ‘piel de gallina’. Todo era un feedback constante en el vínculo público-artista.

Pasaba el tiempo y los fans aún llegaban en interminables grupos, lo cual convertía el evento en una real experiencia de festival. Una cultura tan acostumbrada en países limítrofes, y con San Bernardino como esperanza local.

Junto a Revolber y Salamandra, los artistas locales de Garage 21, La Nuestra, Bohemia Urbana, Villagrán Bolaños, Paiko y Flou completaban un cartel que brilló por su encanto con sabor nacional. Todos estaban allí por una razón especial: años de entrega a la música y al cancionero del rock hecho en Paraguay.

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