BUENOS AIRES. Bañada de impactos visuales, efervescencia musical y una inmortal actitud rockera, la icónica banda Kiss se presentó anoche ante unas 50.000 personas en el estadio Monumental de River Plate.

Por Jorge Coronel

Mientras ciudadanos de la capital argentina padecían una serie de cortes de energía, problemas en el tránsito y un calor que superaba los 30ºC, la banda estadounidense Kiss hizo olvidar al público de sus lamentos, para brindarse en su mayor amplitud en un ritual en el que puso en relieve esa palabra que a esta banda tanto le gusta: magia.
Es tan mágico como lúdico lo que transmiten y, en definitiva, lo que han desarrollado a lo largo de estos casi 40 años, con 20 álbumes de estudio y una impactante cifra de cien millones de discos vendidos alrededor del planeta.
Conocido como “el mejor show en vivo del mundo”, la legendaria banda estadounidense integrada por Paul Stanley, Gene Simmons, Eric Singer y Tommy Thayer extasió a casi 50.000 almas que se agolparon hasta el mítico estadio de River Plate.

Antes de eso, los locales Rouge & Roll –con Negro García López, Lula Bertoldi y Juanchi Baleirón, como invitados–, así como los ya consagrados Rata Blanca, fueron los encargados de abrir la jornada.

Eran las 21:48, cuando un juego de luces y un grito en señal de llamada sacudían las almas. Era “Detroit Rock City”, entonces, la energía del inicio. La histeria colectiva no puso frenos y se rindió ante la fuerza de la agrupación.

“¡Buenas noches! ¡Buenas tardes!”, ensayó Simmons en castellano, antes declarar su amor por la Argentina. “Siempre que venimos digo: ‘no hablo muy bien español, pero entiendo su corazón… y mi corazón es el suyo’”. Fue allí cuando adelantó: “¡Vamos a tener rock toda la noche en River!”.

Desde entonces, el multitudinario público devolvía los halagos, al mejor estilo porteño: el canto. “olé, olé, olé (…) yo soy ‘kissero’; es un sentimiento, no puedo parar”.

Inmediatamente, “Hell or Hallelujah”–primer single de “Monster”, el más reciente álbum del grupo– era coreado por los miles de fans que estaban allí, viendo a sus ídolos tras cuatro años de espera.

La fuerza de los músicos se hizo de nuevo presente al ritmo de “Wall of Sound”, casi como si fueran aquellos jóvenes de los ’70.

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