Villagrán Bolaños lanza en streaming online su segunda producción, “El Ritmo Subtropical”. Un álbum en el que la banda gana en tecnología, pero pierde en creatividad.

Por Jorge Coronel

Villagrán Bolaños – El Ritmo Subtropical (2014). 4Kcho Records. En junio de 2012 se producía el debut discográfico de Villagrán Bolaños. Con La fiesta del caos, el grupo aparecía en el circuito local como una propuesta diferente: fusión de géneros, letras pícaras y provocadoras en melodías a prueba de todo.

En El ritmo subtropical la apuesta compositiva se vuelve previsible y, mal que nos pese, desencantada. Ni siquiera la producción de El Chávez (Fidel Nadal, Kchiporros) logra rescatar la propuesta de una banda que logró imponerse con su primer repertorio.

Con un vendedor a los gritos –que nos remonta al churero de Amoto Lado B, de Revolber–, el álbum se inicia con No se puede comprar, para seguir con El ritmo subtropical, tema que da nombre al álbum (con spanglish incluido).

De allí en adelante, resaltará la nostálgica Vendrás, los arreglos de guitarra y el coro radial de Mi gente (“Que mi gente no baje los brazos / que mi gente no pierda la fe”), una potenciada versión deReguestone (editado originalmente en el primer disco), así como la pegadiza y casi psicodélica Sonrisa.

El intermedio se volverá más complicado con temas como Picho, que –sobre una base– repetirá una misma e insistente frase: “Picho, picho / yo soy re picho / porque picho, picho / me gusta cómo se mueve”.

En calidad sonora, la banda gana y crece. Con miras al mainstream, la producción de El Chávez es justa y no se equivoca… aunque no logre salvar el álbum que pudo tenerlo todo para coronar a la banda.

En El ritmo subtropical, el resultado es radical: podrá amarlo u odiarlo. Usted decide.

 

Leé la crítica en ABC Color.