De la oscuridad a la luz, de la crudeza al color, en los últimos años el músico argentino Andrés Calamaro dejó plasmada su marca en el rock argentino.

Por Jorge Coronel

Muchos años pasaron desde la primera vez que el músico y compositor argentino Andrés Calamaro tomó su primer instrumento: un bandoneón, con solo 8 años. Desde allí bastó poco tiempo para que descubriera la guitarra y el teclado, para volcarse profesionalmente a la música como tecladista del grupo Raíces.

Estaba claro que el destino de aquel joven Andrés sería la música. Versátil y creativo, escribió sus primeras canciones y aceptó la oportunidad de compartir con Miguel Abuelo en la recordada agrupación Los Abuelos de la Nada, temporada en la que compuso éxitos como “Sin gamulán” y “Costumbres argentinas”.

No pasó mucho para que el cantante explorase sus dotes de compositor con su primer álbum solista, “Hotel Calamaro”, producido por Charly García.

Después de editar “Por mirarte” y “Nadie sale vivo de aquí”, Calamaro se desempeña como músico sesionista y productor, y da lugar a una nueva etapa gloriosa: Los Rodríguez, con el que grabó tres discos de estudio.

Con “Alta suciedad”, el músico argentino inicia una prolífica etapa, con canciones como “Flaca”, “Loco” y “Crímenes perfectos”. Desde allí, la popularidad no le abandonó en su carrera solista, para dar lugar a emblemáticos discos como “Honestidad brutal”, “El salmón” y, tiempo después, “La lengua popular”. Este sábado llega a Paraguay con su más reciente producción, “Bohemio”, un álbum que reinventa al gran compositor.

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